Es tremendamente complicado organizar y gestionar todo lo que tenga que ver con una empresa. La verdad es que lo es por el hecho de que no solo hay que estar pendiente de todo lo que rodea a la entidad en sí, sino al contexto en el que se sitúa. Y es que a un negocio, por muy pequeño que sea y con independencia del sector en el que esté encuadrada, le afecta la situación general de la economía, de la sociedad y de la política de su municipio, de su región y de su país. Si ese contexto no responde, tendremos un escollo importante a la hora de sacar adelante cualquier proyecto que tengamos entre manos.
En muchos casos, lo que afecta al negocio tiene todo que ver con la economía. Las situaciones de crisis económicas son los mejores ejemplos puesto que es ahí donde la intervención de las instituciones públicas y los bancos puede limitar la actuación de las empresas o al revés. Ni que decir tiene que lo más importante para las empresas tiene que ver con el dinero del que disponen y con el que pueden llegar a conseguir, así que es lógico que todo aquello que tenga que ver con la política monetaria siempre esté en la mente del emprendedor. Y la verdad es que los últimos tiempos están trayendo muchas cosas para analizar en este sentido.
No están siendo años fáciles ni mucho menos. Las cosas iban bien hasta 2019. Una vez que terminó ese año, se fueron precipitando los acontecimientos. Primero se presentó en nuestra vida el coronavirus, que hizo que un montón de negocios tuvieran que paralizar por completo su actividad. En España, incluso se tuvo que despedir temporalmente a un montón de empleados de las empresas que no realizaban servicios básicos. Tras eso, vino la borrasca Filomena. Después, cuando ya habían caído todas las restricciones derivadas de la pandemia, tuvimos que hacer frente al inicio de un problema como lo fue el conflicto entre Rusia y Ucrania, que derivó en una inflación demasiado más elevada de lo que nos hubiera gustado ver.
La situación fue muy complicada para las empresas españolas. Si recordáis cómo se sucedieron los acontecimientos, desde el mismo día en el que empezaron las hostilidades se produjo un encarecimiento enorme del precio de suministros como el diésel o la gasolina (esta última llegó a alcanzar los 2 euros por litro, una auténtica exageración). También se encarecieron la luz y el gas. La consecuencia de todo esto es que los precios de todos los productos y servicios que se comercializaban en España se vio acrecentado y la inflación se desbocó. En un contexto así, entenderéis que resulta complicado darle vida a un negocio.
Una buena prueba de que lo que estamos comentando es cierto es la noticia que os vamos a enlazar a continuación y que publicó la página web de El Economista en marzo de 2022. Señalaba que la guerra entre Rusia y Ucrania estaba tensando la cadena de suministro y que eso estaba poniendo en riesgo la actividad de miles de empresas. Se hacía hincapié en que la falta de cereal afectaría a las harinas y los piensos utilizados para la alimentación animal y que eso iba a encarecer de manera ostensible la leche y los huevos. Buscar nuevos proveedores era la solución, pero estaba claro que no iba a ser fácil encontrar algo que pudiera satisfacer la necesidad que toda Europa tenía en ese momento para rebajar el coste de la obtención de una materia como el pienso.
También hemos querido rescatar otra noticia de aquellos días para demostrar el impacto que estaba teniendo la inflación en aquel momento. La hemos extraído del diario La Vanguardia y revela que, en el mes de febrero de 2022, el dato de la inflación era de un 7’4%, lo que suponía un récord desde el año 1989. Son cifras que asustan y que dejan claro que hemos pasado y seguimos pasando en buena medida por un momento que no es fácil y que ha tenido repercusiones muy negativas para la economía en general y para cada negocio en particular, sin importar dónde esté encuadrado en términos geográficos y económicos.
Las empresas han necesitado más ayuda que nunca para procurar estar a salvo de todos los problemas que se han ido generando como consecuencia de la situación provocada por la guerra entre Rusia y Ucrania. Tenemos que decir que, habiendo pasado 3 años desde el inicio de la contienda, da la sensación de que lo peor ha pasado, pero debemos tener en cuenta que los riesgos en los que nos encontramos siguen siendo muchos por el mero hecho de que hay otra serie de conflictos como el que tenemos en la actualidad entre Israel e Irán, que está poniendo también en la lid a Estados Unidos. Hay una preocupante falta de estabilidad en el mundo y los negocios, además de la economía en general, lo notan para mal.
Como consecuencia de la inestabilidad que ha caracterizado al mundo en los últimos años, se ha producido un fin de la política monetaria expansiva que caracterizaba la actualidad previa a la pandemia. Esto es lo que indican, en un artículo, los profesionales de Findango Finance, especializados en financiación para empresas y descuento de pagarés. Tanto las instituciones públicas como los bancos tradicionales están poniendo más problemas que nunca a la realización de inversiones o a la aceptación de créditos y préstamos y está claro que eso puede afectar de manera notoria a la cantidad de dinero con el que pueden contar las empresas para ejecutar sus proyectos.
¿Qué ocurre con una empresa si no obtiene financiación?
Los escenarios que se presentan en una situación como esta no son buenos y estas son algunas de las cosas que pueden pasar al respecto.
- Sin financiación, es posible que no podamos abordar todas las líneas de negocios que estemos desarrollando y tengamos que prescindir de algunas de ellas.
- Como consecuencia directa de eso, muchas veces tendremos que prescindir de parte de nuestro personal y ya sabemos lo delicado que esto es.
- Hay una capacidad mucho más limitada para poder invertir en publicidad y dar a conocer a nuestro negocio y la actividad que desempeña.
- También, al haber menos flujo de caja y menos liquidez, estaremos expuestos a mayores peligros y a tener que aplazar algunos de los pagos más urgentes que debamos afrontar. Y esa no es una buena señal ni mucho menos, porque pierdes la confianza de tus proveedores, sin ir más lejos.
No es para nada cómodo enfrentarnos a una situación como de la que estamos hablando. Y es que no cabe la menor duda de que las empresas necesitan la estabilidad económica, política y social para hacer posible que su nicho de negocio funcione como se espera. Últimamente, nos estamos enfrentando a un reto que es sideral y que está claro que tenemos que abordar. Las empresas no pueden estar sometidas a esta presión durante toda su existencia y la verdad es que las entidades que conceden préstamos y las instituciones públicas deben hacer todo lo que esté en su mano para evitar que esta sea la causa muchas veces del cierre de negocios de todos los tipos.
Es evidente que las pequeñas y medianas empresas están mucho más expuestas a problemas de este tipo que las que son más grandes. Las empresas con una sólida trayectoria y que cuentan con muchos trabajos de muchos centros de trabajo pueden sobrevivir de manera puntual si les falta financiación, pero las pymes se exponen al máximo de los peligros: el de la desaparición. Y no se puede permitir que este tipo de empresas, que son el 99% de los negocios que operan en el interior de las fronteras de un país como España, estén permanentemente bajo ese peligro.
Aunque os hemos estado hablando de muchos de los peligros que caracterizan a la economía a día de hoy, debemos ser conscientes de que esos peligros no van a durar durante toda la vida. No hay mal que cien años dure, dice el refrán. Y tiene razón, en cierta medida. Los mercados tienden a estabilizarse después de una mala racha y ya sabemos que la economía es cíclica, así que están por venir buenos tiempos. O, al menos, tiempos mejores.
Debemos hacer un esfuerzo por cuidar de nuestras empresas. Se les debe ayudar en todos los sentidos: desde el plano financiero por parte de instituciones públicas y bancos, hasta por parte de los clientes. Cuando sabemos que uno de los bares de nuestro municipio brinda un buen servicio pero se encuentra en peligro de extinción, los clientes debemos hacer todo lo posible por seguir acudiendo a ese sitio. Se ocurre lo mismo en una tienda de ropa, tenemos que efectuar el mismo tipo de comportamiento. Es de ese modo como se cuida del tejido industrial y empresarial tanto de una ciudad como de una región y un país. Y esta es la mejor base para generar una riqueza.