El origen del solomillo al whisky

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Los expertos recomiendan tomar el whisky solo, para apreciar todos sus matices. En una cata comienza vertiendo un poco de whisky en el vaso, acerca la nariz e inhala con suavidad. Después, toma un sorbo y deja que esta bebida recorra su paladar.

Tampoco puedes utilizar cualquier vaso.
Los profesionales de Giona Company, expertos en copas y vasos, explican que lo recomendable es usar una copa de degustación, que tiene una forma más estrecha en la boca que en el cáliz.

Esta bebida se ha ido incorporando en la cocina para flambear carnes, pescados, mariscos y postres.

«Esto no quiere decirte que debas beberte una botella cada día, pero según un estudio de Estados Unidos, el consumo moderado de whisky puede reportar beneficios en problemas del corazón e incluso podría llegar a evitar el desarrollo de una diabetes», informan desde Ideal.

En Sevilla hay una tapa conocida como solomillo al whisky. Este plato se empezó a elaborar en la capital andaluza en los sesenta.

Los bares presentan esta carne con patatas fritas y pan. “Igual que hay mucha gente que mide el nivel del bar con la ensaladilla, hay quien lo valora con otros clásicos como el solomillo al whisky. Son tapas típicas, que sabes que puedes pedir en casi todos los sitios”, comenta Txema Marín, miembro de la Academia Andaluza de Gastronomía.

“A mí me llama la atención esos ortodoxos que abominan de los tatakis o los steak tartar, pero no saben que el solomillo al whisky en la Sevilla de los setenta fue lo que esos platos representan ahora”, dice Javier Compás, comunicador gastronómico.

En aquellos años, según explica Javier, “hay mucha influencia de la alta cocina francesa”. En algunos restaurantes de Sevilla se empiezan a acompañar las carnes con salsas al whisky.

Un dato muy curioso es que la primera receta del solomillo al whisky se ideó en un local pequeño y situado en un pasaje del centro histórico.

“El consenso general es que la primera vez que se puso en Sevilla fue en la cafetería Rioja que está en la calle del mismo nombre, que servía como ambigú del cine Palacio Central”, apunta el gastrónomo Javier Compás.

En 1968 se reunieron Antonio Daza, abogado en la Diputación de Sevilla, y Dámaso Bellanato, encargado de la cafetería Rioja Pasaje.

El abogado acababa de llegar de un viaje a París, así que le propuso a Damaso intentar recrear un plato que había pedido en un restaurante francés.

“Tras muchas vueltas, mi padre consiguió sacar un sabor parecido al que probó el abogado, aunque propio. Ahí nació todo”, dice Óscar Bellanato, hijo de Dámaso.

“Yo me fui a la mili en el 68, y al año siguiente me vine aquí a trabajar y ya estaba en la carta el solomillo al whisky”, recuerda Antonio Rodríguez, actual propietario de la cafetería Rioja Pasaje y antiguo empleado de la misma.

Un dato muy curioso es que esa receta no llevaba whisky, sino brandy de la marca Centenario. El experto en gastronomía Txema Marín cree que le pusieron ese nombre «por el color tostado que le aportan los ajos confitados”.

En un principio esta elaboración solo se servía en media o en ración completa. A mediados de los setenta, un camarero de Rioja Pasaje decidió poner en la carta solomillo al whisky en un formato más pequeño.

“Venían muchos tratantes de ganadería a comer y se me ocurrió ponerles una tapa para cobrarles el solomillo más caro y que además no comieran todos del mismo plato. Llamé a Dámaso, mi encargado, para contarle lo que había hecho, y me echó una bronca tremenda”, dice Mariano Gutiérrez.

“A la semana siguiente, mi jefe me llamó para decir que pusieran la tapa tal y como yo había hecho, y que apareciera en la carta con el nombre de “mantecadito»”, cuenta este camarero ya jubilado.

A Mariano también se le ocurrió preparar bocadillos de solomillo al whisky con su salsa y patatas fritas. «Desde entonces se han vendido miles de montaditos de mantecaditos”, afirma.

El whisky se utiliza para flambear postres. En los platos más dulces puedes utilizar un whisky americano y en los más aromáticos emplear los whiskys escoceses.

La tarta al whisky es muy popular, pero un chorrito de esta bebida tambien se puede añadir en una tarta de chocolate, una mousse o unos crepes.

En muchas cafeterías sirven el café irlandés, solo hay que añadir un chorro de crema de café y de whisky a un espresso bien cargado. También puedes añadir nata, pero es opcional.

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